Desde las 4 de la madrugada del domingo un fuerte contingente de la Policía Nacional Civil (PNC) en conjunto con elementos del Sistema Penitenciario (SP) desplegaron un operativo de seguridad en la cárcel de máxima seguridad “El Infiernito”, ubicada en Escuintla.
Varios vehículos para traslado de reos, transportaron a los 225 hombres que forman parte de la pandilla Barrio 18, quienes cumplían su condena en este lugar, hacía el Preventivo para varones en zona 18 capitalina y también hacía la Granja Penal de Pavón en el municipio de Fraijanes.
Tras el desalojo, el ministro de Gobernación Francisco Jiménez junto a la viceministra de esa cartera, Claudia Palencia, emitieron un comunicado a través de la red Social X, explicando el motivo de estas acciones. Detallando principalmente que el objetivo primordial es convertir estructural y estratégicamente en una verdadera prisión de máxima seguridad, ya que actualmente solo tenía el nombre pero no cumplía con su fin básico.
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A eso de las 11:30 de la mañana del domingo, la viceministra Palencia acudió a las instalaciones de El Infiernito, donde se reunió con autoridades del SP y del Ejército de Guatemala, ya que será este último quien tendrá a su cargo las tareas de remodelación del lugar.
Era un pequeño pueblo
El ministro Jiménez detalló que dentro de la cárcel ubicaron pequeñas granjas con animales de corral, así como varias especies exóticas y altares a la Santa Muerte. Algunos privados de libertad también contaban con aire acondicionado, sillas especiales para videojuegos y múltiples electrodomésticos.
Dos cocodrilos bebé, dos zorros y un mapache, entre otros animales, fueron entregados al Consejo Nacional de áreas protegidas (CONAP) para su resguardo.
El titular de la cartera también indicó buscarán caletas dentro de la cárcel, ya que sospechan que puedan existir y dentro de las mismas se encuentren varios ilícitos como drogas y armas.
Además, dio detalles sobre la creación de una fuerza élite para este tipo de cárceles y constantes capacitaciones, sobre todo, implementar un sistema donde los reos no conozcan los nombres reales de los guardias, para evitar actos de corrupción o que pongan en riesgo la integridad de los mismo.