El hijo de Wafaa Elwane, de cinco años, se pasa las noches rascándose. Tiene una enfermedad en la piel, como muchos otros niños del campo de desplazados de Deir el Balah, en el centro de la Franja de Gaza, donde se hacinan las familias.
“Dormimos en el suelo, sobre tierra, de donde salen gusanos”, dice a AFP la madre del niño, desde su carpa, instalada entre otras miles en una parcela de tierra.
“Mi hijo no consigue dormir durante toda lo noche porque no para de rascarse el cuerpo”, se lamenta Elwane, madre de siete criaturas.
Desde el inicio de la guerra en la Franja, más de 150.000 personas han contraído infecciones cutáneas, debido a las pésimas condiciones de higiene en las que los desplazados palestinos sobreviven, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“No bañamos a los niños como antes. Los productos de higiene y los desinfectantes no están disponibles para poder limpiar nuestros espacios”, explica Elwane.
Antes, las familias solían enviar a los niños a lavarse al mar Mediterráneo, pero la contaminación del agua de estos últimos días agravó los trastornos, según esta madre.
“El mar son solo cloacas. Las basuras y los pañales se tiran directamente al mar”, cuenta.
La OMS registró 96.417 casos de sarna y piojos entre la población gazatí y 10.038 con impétigo, una infección bacteriana de la piel.
En la clínica improvisada del campo de Deir el Balah, Sami Haid, un farmacéutico voluntario de 43 años, señala que la sarna es la infección cutánea más extendida, seguida por la varicela cuyo origen es virósico.
Dos niños con decenas de ampollas y costras características de la varicela, repartidas entre sus manos, sus pies, su espalda y su vientre, son atendidos en el centro.
El farmacéutico les aplica una crema de calamina para calmar los picores, a falta de un mejor tratamiento.
Riesgo de enfermedad mortal
La piel de los pequeños sufre “calor y falta de agua potable”, explica Sami Hamid, también desplazado de la ciudad de Gaza.
Estos niños “juegan fuera, tocan cualquier cosa, comen en cualquier sitio sin lavarse”, añade Mohammed Abu Mughaiseeb, coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Con el calor, las personas sudan más y a esto se suman impurezas que provocan erupciones que, si se rascan demasiado, pueden causar infecciones, explica Mughaiseeb, que teme la aparición de enfermedades cutáneas mortales como la leishmaniasis.
Los niños de Gaza son más vulnerables a las enfermedades porque su sistema inmunitario se ha debilitado por la desnutrición, lo que crea “un círculo vicioso”, según el coordinador de MSF.
En una visita a una escuela instalada bajo una tienda, Sami Hamid constató con su equipo médico que 24 de 150 alumnos padecían la sarna.
“Los retretes son rudimentarios y desembocan en desagües entre las tiendas, lo que contribuye a la propagación de las epidemias”, añade el farmacéutico.
Debido a las malas condiciones higiénicas, otras enfermedades se extienden en los campos de desplazados, advirtió la OMS, que señala 485.000 casos de diarrea, de los cuales más de 113.000 en niños menores de cinco años.
La ONU anunció el martes que ya hay 1,9 millones de desplazados en la Franja de Gaza, de una población de 2,4 millones de habitantes.
La guerra estalló el 7 de octubre, cuando milicianos islamistas mataron a 1.195 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a 251 en el sur de Israel, según un recuento de AFP basado en datos oficiales israelíes.
En respuesta, Israel lanzó una ofensiva en Gaza que ya ha dejado al menos 37.953 muertos, también civiles en su mayoría, según el Ministerio de Salud del gobierno de Hamás, que gobierna este territorio desde 2007.