Las calles empedradas de San Bartolomé Becerra y del centro histórico de la ciudad colonial se convirtieron una vez más en escenario de profunda devoción, arte sacro y catequesis visual con la solemne procesión de Jesús Nazareno de la Caída, celebrada este Quinto Domingo de Cuaresma de 2025.
Este año, el anda procesional presentó un mensaje teológico poderoso: la segunda venida de Cristo no como mártir, sino como rey glorioso, redentor y juez de vivos y muertos. Con una puesta en escena cuidadosamente diseñada, la procesión se vivió como un acto de reafirmación cristiana, invitando a los fieles a renovar su fe y esperanza en las promesas escatológicas del Evangelio.
Salida del solemne cortejo procesional de Jesús Nazareno de la Caída de San Bartolomé Becerra
Fotografía: Nelson Cayax #EternoQuintoDomingo#SoyOvejaDeJesúsDeSanBartolo#JesúsNazarenoDeLaCaída
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Una catequesis en movimiento
El anda, adornada por manos devotas con materiales que fusionan la tradición artesanal guatemalteca con técnicas contemporáneas, se convirtió en una obra de arte móvil. Alfarería tradicional, fibra de vidrio, laminados en oro y esculturas en alto relieve se integraron para transmitir el mensaje de glorificación y resurrección prometido por Jesucristo.
Destacaron figuras de ángeles anunciadores y la imponente presencia de San Pedro, portador de las llaves del Reino de los Cielos, quienes complementaban la escena central de exaltación celestial.
Procesión de San Bartolomé Becerra salió desde las 3:00 para recorrer la ciudad e Antigua Guatemala pic.twitter.com/U0PtpWe8yG
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Raíces históricas profundas
La historia de esta emblemática procesión se remonta a 1902, cuando los hermanos Jorge y Carlos Aguirre Matheu organizaron el primer cortejo, según documentación del diario El Imparcial. En sus inicios, la imagen recorría la aldea y la Finca Retana en un solo día. Durante las primeras décadas del siglo XX, el anda era de menor tamaño y los cargadores portaban lanzas, una tradición que hablaba del fervor y organización devocional de la época.
Ya en 1937, se comenzó a incluir grabados y fotografías en los turnos, marcando un cambio en la iconografía procesional. Jesús Nazareno de la Caída también fue pionero al contar con dos bandas musicales —una capitalina y otra local—, una para el Nazareno y otra para la Virgen de Dolores, elemento distintivo que reforzaba el carácter solemne del cortejo.