Aunque rige la veda para la publicación de encuestas, varias firmas prevén un codo a codo tras la reñida primera vuelta en la que Noboa se antepuso con menos de un punto porcentual.
El miedo y la tensión ensombrecen los comicios en el país de 18 millones de habitantes, donde cada hora asesinan a una persona.
La guerra entre carteles provocó el magnicidio de un presidenciable, la toma de cárceles por parte de bandas criminales y el asalto armado a un canal de televisión mientras sus periodistas transmitían en directo. Todo en una economía endeudada y asfixiada por el costo de la lucha contra el narco.
La capital bordeada de volcanes y en época de lluvias es reflejo de un país dividido. En las calles abundan afiches con información falsa de los candidatos, rostros sonrientes de González y muñecos gigantescos de Noboa con puño en alto.
Según Comunicaliza, a inicios de abril la intención de voto por Noboa registraba un 50,3% frente a 49,7% de González.
Unos 13,7 millones de habitantes están llamados a ejercer el voto obligatorio entre las 07H00 y 17H00 locales.
“Salir del hueco”
Millonario, tatuado, atlético, cantante y guitarrista aficionado. De 37 años, Noboa es uno de los presidentes más jóvenes del mundo, una imagen que explota en redes sociales.
Con chaleco antibalas y al frente de espectaculares operaciones militares, amasó apoyos como un político de mano dura contra el narco.
Nació en Estados Unidos, estudió en universidades extranjeras, es heredero de un magnate bananero y aplica una economía neoliberal.
Aunque muy popular, organismos de derechos humanos denuncian que detrás de su plan de seguridad hay abusos. El asesinato de cuatro menores en Guayaquil enlodó a 16 militares y sacudió al gobierno.
Se atribuye haber disminuido la tasa de homicidios del récord de 47 por cada 100.000 personas en 2023 a 38 en 2024. Pese a esto, es la más alta de Latinoamérica, según Insight Crime.
“Este domingo va a ser el recordatorio de que este país pudo salir del hueco (…) Ecuador ya tiene presidente, ya tiene a su luchador”, dijo Noboa el jueves ante millas en Guayaquil.
Vamos por ese Ecuador que soñamos, por ese país por el que hemos trabajado por más de 30 años. Es hora de empujar a nuestro país hacia adelante. pic.twitter.com/LZlgokYIyz
— Annabellaazinok (@annabellaazinok) April 11, 2025
La revancha
Deportista, tatuada, mujer de pueblo, hecha a pulso y madre soltera, González aspira a ser la primera presidenta electa de Ecuador.
La abogada es delfina del exgobernante socialista Rafael Correa (2007-2017), una figura polarizante.
“Son ocho años en el que Ecuador ha estado (…) retrocediendo. Ni siquiera como lo dejamos, retrocedió todo y nos sembraron odio”, dijo en su cierre de campaña en Guayaquil.
Promete seguridad con respeto a los derechos humanos y un Estado más solidario con los pobres.
González, de 47 años, busca la revancha en el segundo balotaje ante Noboa, que llegó por sorpresa a la presidencia en 2023.
Nos une la esperanza y un mismo sueño de país. Esta vez, elegimos el cambio definitivo. 🇪🇨#LuisaGonzález pic.twitter.com/XJsWOqLJmU
— Luisa González (@LuisaGonzalezEc) April 11, 2025
Pobreza
Gane quien gane el país va a amanecer dividido.
“Si la diferencia es muy pequeña, (el gobierno) nace con cierto problema. Tiene casi una mitad del país en su contra y eso pesa, resulta más difícil gobernar”, explica el politólogo Simón Pachano, de Flacso.
Noboa denunció irregularidades en el escrutinio del primer turno, pese a que observadores internacionales lo descartaron.
En vísperas del balotaje el gobierno declaró 60 días de estado de excepción y ordenó toques de queda nocturnos en las regiones más golpeadas por la violencia.
Dolarizado, con puertos estratégicos en el Pacífico y encerrado entre los dos mayores productores de cocaína del mundo -Colombia y Perú-, Ecuador se convirtió en un paraíso narco.
Noboa es uno de los mayores aliados de Estados Unidos en la región, pidió ayuda militar al presidente Donald Trump y no descarta instalar bases militares extranjeras.
Los ecuatorianos votarán además agobiados por la pobreza (28%) y el desempleo y subempleo (23%).
Una década de gasto sin bonanza petrolera elevó la deuda pública a cerca del 57% del PIB, según el FMI.