Guatemala se viste de colores y fervor religiosa cada Semana Santa con la elaboración de alfombras de procesiones, principalmente en la ciudad capital y Antigua Guatemala. Una tradición que combina arte, devoción y cultura ancestral. Estas obras efímeras, realizadas de aserrín teñido, flores, frutas y otros materiales, embellecen las calles por donde pasan los cortejos procesionales, cautivando a locales y extranjeros que visitan el país durante estas fechas.
4to Domingo de Cuaresma y las manos de artistas y devotos vecinos de Santa Ana en Antigua Guatemala preparan sus coloridas alfombras para el paso de su nazareno. #coberturatotal #radio940 #elmasmorado #Cuaresma2025 pic.twitter.com/KlNdCOiLW5
— Eventos Católicos (@EventsCatolicos) March 30, 2025
Origen de una tradición centenaria
Las alfombras tienen sus raíces en las prácticas religiosas introducidas por los españoles durante la época colonial, aunque se cree que también tienen influencias prehispánicas. En la cosmovisión maya, la creación de caminos efímeros con pétalos y otros materiales simbolizaba la preparación para el paso de los dioses. Con la llegada del cristianismo, esta tradición se fusionó con las celebraciones católicas, dando lugar a las majestuosas alfombras que hoy conocemos.
Cortejo Procesional de Jesús Nazareno de la Dulce Mirada, en este 4to Domingo de Cuaresma. #antiguaguatemala pic.twitter.com/UIVOaJDaxn
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Elaboración: paciencia y arte
El proceso de creación de una alfombra de procesión puede tomar varias horas e incluso días si toma en cuenta su planeación y obtención de materiales. Todo depende de su tamaño y el nivel de detalle que tenga. Familias, vecinos y artistas se reúnen para diseñar y elaborar estas piezas gráficas, utilizando moldes y técnicas que han pasado de generación en generación.

El aserrín, teñido de vibrantes colores, es el material más común, aunque muchas alfombras también incluyen hojas de pino, flores frescas, frutas y otros elementos naturales que aportan texturas y fragancias únicas.
Atractivo turístico y cultural
Cada año, miles de turistas nacionales y extranjeros visitan Guatemala para presenciar las majestuosas procesiones y admirar las alfombras. Ciudades como Antigua Guatemala, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés), se convierten en epicentro de esta manifestación artística, atrayendo fotógrafos, investigadores y fieles de todo el mundo.
Más allá de su belleza visual, las alfombras de procesión representan una profunda expresión de fe y comunidad, donde el esfuerzo colectivo se traduce en una muestra de devoción que, aunque efímera, deja una huella imborrable en quienes tienen el privilegio de contemplarlas.
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