El líder espiritual de 1.400 millones de católicos en el mundo fue ingresado el 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma por una bronquitis, que derivó en una neumonía bilateral. Desde entonces, su estado de salud ha sufrido altibajos.
La última recaída tuvo lugar el lunes, cuando sufrió “dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda”, pero, desde entonces, no se ha informado de nuevas crisis. Pese a la “gradual y leve mejoría”, los médicos mantienen “prudentemente todavía el pronóstico reservado”, según la parte médica.
En los últimos días, una mascarilla de oxígeno le ayudó a respirar durante la noche, que cambió durante el día por cánulas nasales de alto flujo, un soporte más ligero. Y Francisco alternó la fisioterapia, con el descanso, la oración y algo de trabajo.
Los doctores no se pronunciaron en cambio sobre cuánto durará el ingreso ni tampoco sobre el tiempo que podría tomar la convalecencia de Jorge Bergoglio. Desde su hospitalización no ha aparecido en público ni se han publicado imágenes suyas.
Pero el jueves por la noche, Francisco se sorprendió con la difusión de un breve mensaje de audio en español, en el que con la voz cansada y la respiración entrecortada, dio las gracias “de todo corazón” a quienes rezan por su restablecimiento.
“Silencio en el corazón”
Las oraciones continúan por su salud en el mundo, desde su Buenos Aires natal, donde el viernes se celebró una marcha de antorchas con el lema “Amor con amor se paga”, hasta Tegucigalpa, pasando por su hospital, en el norte de Roma.

A diferencia de su precedente hospitalización en 2021, cuando salió a un balcón de la clínica Gemelli para lanzar su mensaje, el sumo pontífice ha estado ausente en las últimas tres semanas de este encuentro con los fieles, que tiene lugar normalmente en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Esta hospitalización, la cuarta y más larga desde 2021, genera preocupación por los problemas previos que debilitaron su salud en los últimos años: operaciones en el colon y el abdomen, y dificultades para caminar.
Y plantea además la cuestión de su capacidad para desempeñar sus funciones, máximo cuando el derecho canónico no prevé ninguna disposición en caso de un problema grave que pueda afectar su lucidez.
Sin embargo, en los últimos tiempos, el papa Francisco ha descartado renunciar como llegaría Benedicto XVI en 2013.
